miércoles, 1 de julio de 2009
Reflexión entorno a la "Fe de la Inmensa Mayoría" - Martín Tanaka
¿Por qué cayó Sánchez de Lozada?
Para el presidente García y muchos otros existe un complot que busca vincular la protesta social con el pedido de vacancia presidencial y la convocatoria a una asamblea constituyente, para refundar el régimen político bajo una nueva hegemonía. El plan “antisistema” buscaría manipular y radicalizar las protestas, impedir cualquier negociación, para deslegitimar al gobierno y al sistema político en general. La respuesta frente a esto sería reprimir a esas dirigencias y los pequeños núcleos que logran convocar, así como movilizar a la “inmensa mayoría” en contra de los “antisistema”. Un referente fundamental en este diagnóstico es la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL) en Bolivia en octubre del 2003. Sin embargo, considero que la lectura gubernamental sobre lo ocurrido en ese país es equivocada y que por lo tanto podría causar precisamente aquello que pretende evitar.
Creo que la caída de GSL se entiende mejor como consecuencia de errores, soberbia y prepotencia del poder, antes que por la acción de grupos antisistema. Recordemos que en las elecciones legislativas de 1997 la alianza entre IU y el MAS obtuvo apenas el 3.7% de los votos legislativos, altamente concentrados en el departamento de Cochabamba. El primero en dar protagonismo a la acción de grupos radicales fue el gobierno de Hugo Banzer. Le tocó enfrentar la dura crisis internacional de 1998-2002, desarrolló una política antidrogas que le dio gran centralidad al movimiento cocalero e intentó implementar la privatización del servicio de agua precisamente en Cochabamba. Todas estas iniciativas fueron desarrolladas de manera prepotente e inconsulta, lo que dio lugar a amplios movimientos de protesta que generaron amplias solidaridades nacionales.
Esto permitió que en las elecciones de 2002 Evo Morales obtuviera casi un 21% de los votos, quedando en segundo lugar detrás del electo GSL. Este solo pudo gobernar 14 meses. En su caída es fundamental el mal manejo de la política de explotación de las reservas de gas, así como de la política tributaria. Esto generó nuevamente un amplio malestar y renovadas protestas. Frente a ellas el gobierno denunció la acción de dirigencias antisistema que buscaban espantar la inversión extranjera y acabar con el crecimiento económico, así como un complot internacional en el que participarían grupos terroristas peruanos y colombianos.
El gobierno pretendió responder con “mano firme”, lo que generó enfrentamientos que dejaron un saldo de más de cien muertos y deslegitimó totalmente su mandato. Al final, ni la clase política, ni la policía, ni las FFAA, ni las clases medias respaldaban su continuidad en el poder. Así, en las elecciones del 2005, Evo Morales ganó con más del 53% de los votos. “La inmensa mayoría” optó por un cambio de modelo.
Conclusión: la imposición prepotente de políticas de promoción a la inversión privada, sumadas a visiones conspirativas y respuestas represivas, no hacen sino deslegitimar a los gobiernos y legitimar discursos radicales.
Artículo publicado en La República, martes 29 de junio de 2009 http://www.larepublica.pe/files/edicionimpresa/larepublica/2009/06/30/20090630_1_1634_18_2.jpg
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