martes, 19 de mayo de 2009

“Hablemos, alcancémonos hasta donde es posible y como sea posible”

El zorro de arriba y el zorro de abajo es una articulación tan simbólica como vital entre la voluntad de muerte del autor y la necesidad de vida del narrador. Vida y muerte se traman, en varios planos, como la vertebración misma del texto. Como señala Gustavo Gutiérrez esperanza y muerte, ambas fueron vividas —si se puede hablar de vivir la muerte lo que nos remite al “muero porque no muero” y el tener que morir para vivir a plenitud, de la experiencia mística: negar la vida y la creación artística, sus pautas y sus límites, para poseerlas a cabalidad— por Arguedas.


En El zorro de arriba y el zorro de abajo hablan las voces de este país inacabado que sigue bordeando la frustración histórica, pero también se cede la palabra a las voces del pueblo que no cesan de correr buscando alcanzar a los zorros y manteniendo la esperanza, creen que tal vez (“de repente”) lo logran.

Un mito del origen andino (la vida viene de la muerte) se transforma en un relato del futuro peruano (la utopía de la comunicación plena). El encuentro de zorros es un diálogo no cerrado, abierto, incompleto. El mito termina encontrándose con la historia, pero para disolverse en la historia.

Antonio Cornejo Polar llamó a El zorro de arriba y el zorro de abajo una novela “abierta” porque está incompleta. Nosotros consideramos “abierta” de otro modo, en el sentido otorgado a esta expresión por Umberto Eco, sólo está incompleta…

En el encuentro de zorros se trata de un conjunto de historias “débilmente” hilvanadas y donde el mito, la magia y la religión tienen una presencia fundamental. Su historia representa, en conjunto, un amplísimo fresco de una realidad vasta y compleja. Esto lleva a Arguedas – y a muchos de nosotros - a percibir la realidad social no como la síntesis de diferencias, sino como el encuentro de complementariedades complejas.

Lo notable y conmovedor es como la agonía, en El zorro de arriba y el zorro de abajo, trasciende la desesperación, el dolor y la angustia; para testimoniar esperanza en que la vida terminará venciendo.

Vivir es ir hablando, y el hablar nos sitúa más allá de nuestro propio juicio, de nuestra individualidad: en un ámbito de impersonalidad, en la impersonalidad de la otredad o de la alteridad –según como quiera vérsele – en esa última impersonalidad —nuestra y ya no nuestra a la vez— que ninguna filosofía puede justificar, pero cuya maravillada y maravillosa conciencia está en la palabra artística —como lo es El zorro de arriba y el zorro de abajo— por ser la palabra más plena y universal.





Rescatando y añadiendo
palabras de David Antonio Abanto Aragón sobre El zorro de arriba y el zorro de
debajo de nuestro querido Arguedas.

1 comentario:

eres dueño de tu palabra...

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