“El crucifijo, los jueces y Natalia Ginzburg” Roma (Italia), 10 Nov. 09 (AICA)
Tras la sentencia del tribunal europeo que proscribe el crucifijo en las aulas escolares, las reacciones que se suceden desde diversos ámbitos italianos evidencian un sentimiento ampliamente compartido: que el símbolo del cristianismo "no genera ninguna discriminación" y el pronunciamiento judicial carece de sentido común, confundiendo la laicidad de las instituciones con la negación del papel del cristianismo.
Por su parte, el diario de la Santa Sede, “L'Osservatore Romano”, recuerda en su edición del 5 de noviembre las palabras de Natalia Ginzburg, quien el 22 de marzo de 1988 escribía en "l'Unitá", el diario fundado por Antonio Gramsci del Partido Comunista Italiano que "el crucifijo no genera ninguna discriminación. Es la imagen de la revolución cristiana que difundió por el mundo la idea de la igualdad entre los hombres".
Estas palabras, dice ‘L’Osservatore Romano’, "a más veinte años de distancia, expresan un sentimiento aún bastante compartido en Italia" como el anuncio del gobierno de apelar la sentencia. "El mundo político evidenció casi unánimemente la falta de buen sentido de este fallo, reiterando que la laicidad es un valor muy distinto a la negación del rol del cristianismo", añade.
Luego de resaltar que ya en 2006 el Consejo de Estado de Italia precisó que es legítima la presencia del crucifijo en las aulas, el diario vaticano aclara que la sentencia de la Corte de Estrasburgo forma parte de una tendencia que busca "un futuro formado por ambientes públicos sin referencias religiosas y culturales por el temor de ofender la sensibilidad de otros".
En realidad, señala, "no es con la negación sino con la acogida y el respeto de las diversas identidades que se defiende la idea de la laicidad del Estado y se favorece la integración de las distintas culturas".
El artículo de “L’Osservatore Romano”
"El crucifijo, los jueces y Natalia Ginzburg" es el título del comentario -firmado por Giuseppe Fiorentino y Francesco M. Valiante, responsables, respectivamente, de las áreas de información internacional y vaticana de L’Osservatore Romano que fue publicado el 5 de noviembre. Su texto íntegro dice:
“De todos los símbolos que a diario perciben los jóvenes, la sentencia difundida ayer por el Tribunal de Estrasburgo –que prohíbe la exhibición del crucifijo en las aulas escolares italianas porque supone que es contraria al derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones y al derecho de los niños a la libertad de religión- golpeó lo que más representa una gran tradición, no sólo religiosa, del continente europeo. «El crucifijo no genera ninguna discriminación. Calla. Es la imagen de la revolución cristiana que diseminó por el mundo la idea de la igualdad entre los hombres, hasta entonces ausente». Quien escribió estas palabras, el 22 de marzo de 1988, fue Natalia Ginzburg en las páginas de «l’Unità», el diario fundado por Antonio Gramsci, entonces órgano del Partido comunista italiano.
“Las palabras de la escritora, a distancia de más de veinte años, expresa un sentimiento todavía ampliamente compartido en Italia. Lo demuestran las muchas reacciones que siguieron al pronunciamiento del tribunal europeo. Mientras el gobierno italiano anunció que presentó recurso contra la sentencia, el mundo político evidenció casi unánimemente la falta de sentido común inherente a la medida, subrayando cómo la laicidad de las instituciones es un valor bien distinto a la negación del papel del cristianismo.
«Estupor y pesar» expresó en particular el director de la Oficina de Información de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, en una severa declaración emitida por Radio Vaticana y por el Tg1 [telediario del primer canal de la Rai, la televisión pública italiana]. «Es grave –afirmó- querer marginar del mundo educativo un signo fundamental de la importancia de los valores religiosos en la historia y en la cultura italiana». Y continuó: «Sorprende además que un tribunal europeo intervenga seriamente en una materia ligada muy profundamente a la identidad histórica, cultural, espiritual del pueblo italiano. No es éste el camino por el que se atrae a amar y compartir más la idea europea, que, como católicos italianos, hemos sostenido fuertemente desde sus orígenes».
“De «visión parcial e ideológica» habló la Conferencia episcopal italiana, subrayando que en la decisión del tribunal «se ignora o se descuida el múltiple significado del crucifijo, que no es sólo símbolo religioso, sino también signo cultural».
“Hay que recordar que en Italia el Consejo de Estado en 2006 ya había considerado legítimas las normas que prevén la exhibición del crucifijo en las escuelas, afirmando que ello no asume valor discriminatorio para los no creyentes porque representa «valores civilmente relevantes y, especialmente, aquellos valores que subyacen e inspiran nuestro orden constitucional».
“En efecto, la sentencia del tribunal de Estrasburgo, con la intención de querer tutelar los derechos del hombre, acaba por poner en discusión las raíces sobre las cuales se fundan esos mismos derechos, desconociendo la importancia del papel de la religión –y en particular del cristianismo- en la construcción de la identidad europea y en la afirmación de la centralidad del hombre en la sociedad.
“Bajo otro perfil, la decisión de los jueces de Estrasburgo parece inspirada en una idea de laicidad del Estado que lleva a marginar la contribución de la religión en la vida pública. Se podría así prefigurar un futuro no tan lejano hecho de ambientes públicos despojados de cualquier referencia religiosa y cultural por miedo a ofender la sensibilidad de otros. En realidad, no es en la negación, sino en la acogida y en el respeto de las diversas identidades donde se defiende la idea de laicidad del Estado y se favorece la integración de las distintas culturas.
«El crucifijo representa a todos» -explicaba Natalia Ginzburg- porque «antes de Cristo nadie había dicho jamás que los hombres son iguales y hermanos todos, ricos y pobres, creyentes y no creyentes, judíos y no judíos, y negros y blancos».
Indignado, Berlusconi tachó de “inaceptable” la sentencia
El presidente del Gobierno de Italia, Silvio Berlusconi, afirmó que la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos contra la exhibición obligatoria de crucifijos en las aulas, “es inaceptable” precisando además que “Italia es un país en el que la historia del cristianismo es su propia historia".
Las críticas de Berlusconi a la sentencia se sumaron a las de otros ministros de su Gobierno y a las del secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, quien deploró que en la Europa del tercer milenio se promueva el retiro del crucifijo de las aulas y se permitan las calabazas de la fiesta de Halloween.+
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