martes, 6 de octubre de 2009

“No seas pavote”: solidaridad en plato hondo


Cortan zapallo, preparan las papas y el pan, pero sobre todo alistan el oído para escuchar a los 150 cartoneros que los esperan bajo el Puente Alsina, cada viernes a la noche. Se trata de la agrupación “No seas pavote”, integrada por estudiantes, ex alumnos y padres del Colegio Sagrado Corazón, de Banfield, que brinda un plato de sopa caliente a quienes encontraron en la recolección de cartones una forma de ganarse la vida. "La ayuda que podamos dar, sea poca o mucha, siempre es mejor que lamentarnos desde la comodidad de nuestras casas", sostienen.

En plato hondo. Así llega la solidaridad para los 150 cartoneros que reciben una porción de sopa caliente cada viernes, y cuando están en su regreso a casa, gracias al esfuerzo desinteresado de los miembros de la agrupación “No seas pavote”, integrada por estudiantes, padres, y ex alumnos del Colegio Sagrado Corazón, de Banfield.

Los miembros del movimiento solidario trabajan todos los días sabiendo que su labor no cambiará la dura realidad de los trabajadores que los esperan bajo el Puente Alsina, pero eso no los amedrenta, y ellos explican - con claridad y crudeza- qué los mueve a la solidaridad y a la ayuda de quienes “la pelean arriba de un carro".

“La ayuda que podemos dar, poca o mucha, siempre es mejor que lamentarnos desde la comodidad de nuestras casas. El trabajo de los cartoneros es sumamente sacrificado, tienen necesidades enormes, pero entendemos que es más importante dar un plato de comida y escucharlos, que llorar porque no se los puede sacar de la situación en la que están inmersos”, argumentó Alejandra Ezeiza, madre de dos alumnos del establecimiento; sin despegar la mirada de las verduras que cortaba sistemáticamente y que serán el alimento del día para varias personas.

La agrupación se reúne el último día laboral de la semana para preparar las ollas de comida, que están listas varias horas antes de servirse en los vasos plásticos, a la vera del acceso rápido que cruza el Riachuelo, uniendo la Avenida Sáenz con el barrio Nueva Pompeya.

“El grupo empezó el año pasado, como una manera de celebrar la fiesta patronal del Sagrado Corazón. Averiguamos dónde podíamos dar una mano y nos conectamos con el Colegio Sagrado Corazón de Lanús, ellos ya estaban dándole de comer a los cartoneros cada quince días bajo el Puente. En un principio fuimos cuatro personas y después de dos viernes empezamos a intercalarnos las tareas con la otra escuela”, contó a Info Región Sebastián Ferrero, coordinador de pastoral del colegio y encargado de los proyectos de la organización solidaria.

En este marco, Ferrero aseguró estar “sorprendido” por lo rápido que se involucraron los alumnos en el movimiento.

“Lo llamativo es que pibes de 14 ó 15 años se arriman un viernes desde la tarde hasta la noche, para ir a encontrarse con otra realidad. Salir al encuentro con otra realidad cambia la vida de las personas, en este caso no sólo la de los cartoneros. La sopa y el pedazo de pan es lo que nos llevó a entablar un vínculo con ellos, compartir la vida y la fe. Siempre se escucha que la juventud está perdida, que no hay esperanza y que todo va para atrás, pero ver trabajar a estos pibes nos indica que hay algo más. Hay chicos que se atreven a más”, aseveró.

Los alimentos son donados por los comerciantes de la zona, que se sumaron al proyecto y separan dos kilos de pan, uno de papas o una docena de facturas para entregarles a los que menos tienen.

“La gran mayoría de los alimentos son donados por los negocios cercanos al colegio, les explicamos lo que hacíamos y decidieron ayudarnos de inmediato. Cada verdulería y panadería colabora con lo que puede”, explicaron.

Por otro lado, los voluntarios coincidieron que tomar la iniciativa de ayudar a otros se convirtió en una tarea “sumamente gratificante” para cada uno de los que pelan verduras o revuelven ollas humeantes dentro del comedor del centro educativo de Lomas de Zamora.

“Sentí que estaba perdido cuando ingresé al colegio y me uní al grupo para ver de qué se trataba. La verdad es que me encontré con una realidad muy chocante y me sentí útil pudiendo ayudar a otros. Muchos no quieren ver lo que sucede, miran para otro lado, se ponen el antifaz aunque las cosas están a simple vista; las encontrás en el subte, en un asentamiento o en un nene pidiendo monedas”, remarcó Leandro Maidana, que cursa el tercer año y que dedica sus viernes a desempeñar esa actividad solidaria. Y agregó: “Desde nuestro lugar damos lo que podemos y estoy seguro que para mucha gente no sería lo mismo si no estuviésemos”.

En tanto, la sopa se convirtió en la excusa perfecta para compartir un rato de distensión con aquellos trabajadores que esperan toda la semana para encontrarse con esa voz amiga, que los llama por su nombre y les pregunta: ¿Cómo estás?

“Es una sensación muy linda poder ir al Puente, porque es un momento gratificante para nosotros y también para los cartoneros. La sopa y el pan es una excusa para compartir la vida con ellos, charlar sobre sus preocupaciones y las nuestras. Después de ver otras realidades agradecemos más lo que tenemos en la vida y valoramos las oportunidades que se nos presentan”, concluyó Yamai Stinelli, una de las tantas que conoce el real significado de la solidaridad que hay entre sopa y sopa.




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